En el campus San Joaquín de la Universidad Católica, el Centro de estudios avanzados en Justicia Educacional (CJE) lanzó los resultados de la cuarta ola de Mil Primeros Días, estudio longitudinal cuyo objetivo es caracterizar las trayectorias de tipos de cuidado y educación que experimentan los niños y las niñas.
Este estudio, que inició en 2019, distingue entre cuidado materno exclusivo, cuidado en salas cunas y jardines infantiles, y cuidado de un familiar o no familiar; poniendo énfasis en la calidad de estos tipos de cuidado y su asociación con desarrollo cognitivo, lenguaje y socio emocionalidad de niños y niñas.
Los resultados fueron presentados por la investigadora principal del CJE, Marigen Narea, quien resaltó que “si queremos ver una intervención integral en primera infancia, la escuela es por supuesto el lugar privilegiado para el desarrollo de los niños y la educación de calidad, pero hay otros cuidados que están involucrados en esta etapa que no podemos perder de vista si queremos entregar un contexto nutritivo para las familias con niños de 5 años”.
Así, dio a conocer resultados de estas dos áreas. Por un lado, sobre el ingreso al sistema escolar de estos niños y niñas, a quienes se les ha estado haciendo seguimiento desde sus primeros días de vida.
Sobre el ingreso al sistema, un 72,8% utilizó el Sistema de Admisión Escolar (SAE) y de esa cifra, un 78% indicó que su hijo/a fue seleccionado en su primera preferencia, y un 93% dentro de sus primeras tres preferencias. Asimismo, entre las razones para elegir estos establecimientos, destacan la cercanía o ubicación, y también la presencia de familiares dentro del establecimiento.
Respecto a tipos de cuidados, de las 707 familias encuestadas, un 4% recurre -entre otras opciones- a un after school, que corresponde a una casa particular remunerada distinta a la que vive el niño; dato de especial atención si consideramos que este mes se sufrió la muerte de una niña de tres años bajo el cuidado de este tipo de lugares no regularizados, en la comuna de Quinta Normal.
Ante esto, la académica resaltó en la necesidad de “visibilizar que a los 5 años, los niños y niñas pasan una gran parte del día en los establecimientos escolares, pero las familias también usan de forma complementaria otras formas de cuidado, donde pueden pasar más de 4 dias a la semana por más de 4 horas al dia.”.
En relación con las actividades que niños y niñas tienen en el hogar, alrededor del 58% ven hasta dos horas de pantallas diarias durante los días de semana en al menos un dispositivo, siendo los niños quienes juegan más videojuegos que las niñas.
La recomendación, explicó Narea, es que “ los niños y niñas no dejen de hacer cosas importantes para su desarrollo por estar con pantallas. Es decir los niños deben ocupar su tiempo en juegos offline, interactuando con otros niños y adultos, leyendo, haciendo deporte o comiendo en familia. Las pantallas en sí mismas no son el problema, sino las cosas que dejan de hacer por usarlas por tiempos prolongados cada día ”
Al igual que en la ronda anterior, para evaluar el comportamiento y los problemas emocionales de los niños/as, se aplicó el instrumento Child Behavior Checklist, que permite identificar eventuales dificultades que los niños/as podrían presentar en áreas tales como: reactividad emocional, ansiedad/ depresión, quejas somáticas, retraimiento, problemas atencionales, comportamiento agresivo y problemas del sueño.
Los resultados de la cuarta ola de MPD nos muestran que los niños y niñas evaluados/as presentan diferencias significativas en el área de problemas atencionales, con un mejor resultado para las niñas. Similar resultado se presenta en el factor de externalización. Este factor da cuenta de conflictos del niño/a con otras personas y las expectativas de los cuidadores en términos de capacidad atencional o despliegue de conductas agresivas de los niños/as.
“Los niños en esta y otras investigaciones muestran tener más problemas de control de impulsos y atencionales que las niñas. Esto además se asocia a que las cuidadoras de los niños presentan más problemas en su bienestar y menos interacciones sensibles con sus hijos. Esto es importante de visibilizar y apoyar a las familias para poder potenciar el desarrollo integral de los niños y ayudarlos a conocer sus emociones y manejar sus conductas”, explicó la investigadora Marigen Narea.
Descarga el informe completo aquí.
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